En el comienzo del año, solemos hacer propósitos y metas, uno de ellos es quitarnos peso, “deshacernos de kilos “ que nos sobran y nos hacen daño a nuestra salud.
¿Alguna vez has seguido una dieta? En mi caso, sí, he probado varias dietas específicas para mejorar mi salud general, eliminando alimentos que no aportan nutrientes a mi cuerpo. Lo mismo ocurre con nuestra mente.
Vivimos en un mundo saturado de información, mensajes y distracciones que llenan nuestra mente de pensamientos poco saludables. Si no somos intencionales, podemos estar constantemente alimentándonos de «comida chatarra mental»: noticias negativas, críticas, comparaciones en redes sociales o ideas contrarias a la verdad de Dios.
Proverbios 4:23 (RVR1960) nos da un consejo sabio: «Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón, porque de él mana la vida«. Guardar el corazón también implica proteger nuestra mente de aquello que puede intoxicarla. Lo que consumimos a diario afecta cómo pensamos, sentimos y actuamos.
Dios nos llama a un tipo de alimentación diferente, una que fortalezca nuestro espíritu y nos acerque más a Él. En Filipenses 4:8 (RVR1960), Pablo nos anima a pensar en todo lo que es verdadero, noble, justo, puro, amable y digno de alabanza. Es como elegir una dieta llena de nutrientes que te nutran y ayuden a crecer.
Piensa por un momento: ¿qué estás permitiendo que entre en tu mente? Si constantemente alimentas tus pensamientos con contenido negativo o tóxico, inevitablemente afectará tu fe, tus relaciones y tu ánimo. Hoy es un buen día para hacer una «desintoxicación espiritual« y empezar a llenarte de la Palabra de Dios, alabanzas y mensajes que edifican tu vida.
¿Qué puedes dejar de consumir hoy para cuidar tu mente y tu corazón? Haz un plan para reemplazarlo con algo que te acerque más a Dios.
