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Jesús existió, y prácticamente ningún historiador serio niega su existencia. John Dixon, doctor en historia antigua, escribió una vez que se comería na página de su Biblia si alguien puede mostrar evidencia serie de que Jesús no existió. Hasta ahora no ha tenido que hacerlo.

Aparte de la Biblia, hay otras fuentes históricas que mencionan a Jesús de Nazaret y elementos clave de su vida. Josefo (historiador, 37-100 d.C.), Plinio el Joven (abogado, escritor, y científico romano, 61-112 d.C.), Tácito (senador e historiador romano, 55-120 d.C.), y otros mencionan a Jesús.

Jesús de Nazaret es reconocido como el Hijo de Dios en el cristianismo, el salvador enviado a la humanidad para redimir sus pecados. La Biblia lo describe como la imagen visible del Dios invisible (Colosenses 1:15) y el mediador entre Dios y los hombres (1 Timoteo 2:5).

La palabra «Mesías» viene del hebreo «Mashíaj», que significa «ungido».

Jesús es llamado Mesías porque cumple las profecías del Antiguo Testamento sobre un ungido que salvaría a su pueblo (Juan 1:41). Se le reconoce como aquel que fue enviado por Dios para establecer su reino y traer salvación.

La vida eterna se adquiere al reconocer al único Dios verdadero y a Jesucristo como Salvador a quien Dios ha enviado para cubrir nuestras faltas (Juan 17:3).

Además, la vida eterna no se trata solo de una existencia prolongada, sino de una calidad de vida caracterizada por una relación profunda y continua con Dios.

Porque él mismo se presentó así.

Para muchos de nosotros es más fácil pensar que Jesús fue un líder carismático, un buen maestro espiritual que nos enseñó a amar a los demás, un revolucionario social, o un ser humano más importante a los ojos de Dios. Pero lo cierto es que Jesús no dejó lugar para estas interpretaciones

Tal y cómo encontramos en versículos como Juan 1:14, «Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros”, creemos que Jesús es Dios hecho hombre, lo que le hace un mediador perfecto entre nosotros y el Padre y un sacrificio sin mancha.

Sí, la Biblia enseña que Jesús volverá. Marcos 13:26 dice, «Entonces verán al Hijo del Hombre viniendo en las nubes con gran poder y gloria». Esto se refiere a la segunda venida de Jesús, que será para juzgar al mundo y consumar su reino eterno.

La Biblia es, posiblemente, el conjunto de escritos que más a influido a la humanidad en la historia.

La Biblia no es un libro. Es un conjunto de 66 libros: 39 del llamado “Antiguo Testamento” (por los cristianos), y 27 del “Nuevo Testamento”. Fue escrito por diferentes personas con diferentes roles sociales: reyes, líderes religioso, un médico, pastores, etc, a lo largo de casi 1500 años.

Creemos que es la palabra de Dios, útil para enseñar, redargüir, corregir y instruir en justicia (2 Timoteo 3:16).

El Evangelio, que significa «buena nueva», se refiere a la enseñanza central del cristianismo acerca de la vida, muerte y resurrección de Jesucristo, destinadas a traer salvación a todos los que creen (1 Corintios 15:1-4).

La Biblia no solo es un tesoro por su precisión histórica y su impacto en la cultura, sino que brilla especialmente por cómo nos habla, como un mensaje viviente para nosotros. Las comunidades de fe de todo el mundo no la valoran solo como una guía práctica para la vida, sino que la sienten y reciben como la Palabra de Dios. Esto no es algo que simplemente se decidió un buen día; ha sido una verdad compartida y vivida colectivamente a lo largo de los siglos.

Jesús mismo, quien caminó entre nosotros como la encarnación de Dios y venció a la muerte, afirmó que los escritos del Antiguo Testamento habían sido el resultado de inspiración divina. Además, la Biblia está repleta de profecías asombrosamente precisas, que mencionan desde nombres específicos de lugares y líderes hasta detalles sobre la muerte de Jesús por crucifixión—un método que ni siquiera existía cuando se profetizó.

Cuando abres la Biblia y te sumerges en sus páginas con esto en mente, es difícil ignorar la presencia divina que inspiró estos textos. La «inspiración» aquí no significa que la Biblia cayó del cielo escrita palabra por palabra, sino que Dios guió a los autores humanos para entregar un mensaje que resuena a través de los tiempos.

Comenzar a leer la Biblia puede parecer abrumador, pero puedes empezar por los Evangelios para entender la vida y enseñanzas de Jesús.

También es útil acompañar la lectura con materiales de estudio o unirse a grupos bíblicos para obtener una comprensión más profunda.

La idea de la Trinidad, que Dios es uno pero existe simultáneamente en tres personas (el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo), es uno de los misterios más profundos y hermosos de la fe cristiana.

Esta enseñanza ayuda a explicar cómo Dios puede ser inmanente y trascendente, amoroso y justo, creador y redentor al mismo tiempo. Cada persona de la Trinidad tiene roles distintos pero son completamente unidos en esencia y propósito, reflejando una unidad perfecta (Mateo 28:19).

Ser creado a imagen de Dios (Génesis 1:27) implica que todos los seres humanos tienen un valor intrínseco y una dignidad especial. Reflejamos aspectos de la naturaleza de Dios, como la capacidad para el amor, la misericordia, la justicia, y la creatividad.

Más allá de las capacidades físicas o intelectuales, ser hecho a imagen de Dios significa que estamos diseñados para vivir en relaciones, para cuidar la creación, y para conocer y amar a nuestro Creador.

Esta verdad debería influir en cómo nos vemos a nosotros mismos y a los demás, promoviendo el respeto y el amor en todas nuestras interacciones.

Que Dios te ama significa que tienes un valor infinito a Sus ojos, que Él te conoce completamente y, a pesar de tus imperfecciones, te ofrece aceptación y perdón completo.

El amor de Dios se demostró de manera más profunda y sacrificial en el envío de Jesús, Su Hijo, para vivir entre nosotros y morir por nuestros pecados (Romanos 5:8). Este amor no es pasivo; busca activamente lo mejor para nosotros, guiándonos hacia una vida plena y eterna junto a Él.

Dios promete que si lo buscamos con sinceridad, Él se revelará a nosotros (Jeremías 29:13).

Comienza por dedicar tiempo diariamente para dialogar con Dios y leer la Biblia, buscando entender Su carácter y Sus promesas. La adoración regular y compartir tu fe con otros también fortalecen tu relación con Dios, haciendo que Su presencia se sienta más real y poderosa en tu vida.

Vivimos en un mundo roto por el pecado, donde el sufrimiento y la injusticia son realidades comunes. Sin embargo, esto no disminuye la bondad de Dios.

A través de la Biblia, vemos que Dios frecuentemente usa el sufrimiento para refinar nuestro carácter, enseñarnos dependencia de Él, y para llevar a cabo propósitos mayores que a menudo no podemos entender en el momento (Romanos 8:28). En estos tiempos, la presencia consoladora de Dios y la promesa de que un día eliminará todo dolor y lágrima, nos ofrecen esperanza y paz.

Decir que Dios está lleno de gracia es reconocer que Él nos da más de lo que merecemos. Nos ofrece perdón y vida nueva a través de Jesús, sin condición por nuestros méritos o acciones (Efesios 2:8-9).

La gracia de Dios cubre todas nuestras faltas y nos invita a vivir en libertad como sus hijos amados, no como siervos temerosos de un juicio severo.

Esta gracia es el fundamento para una vida de fe transformadora, donde podemos acercarnos a Él con confianza y sin miedo.

Encontrar sentido en la vida es a menudo una combinación de conocerse a uno mismo y entender cómo se conectan nuestras historias personales con la historia mayor que Dios está escribiendo.

La Biblia enseña que cada persona tiene un propósito divino y único (Efesios 2:10). Para descubrir este propósito, invierte tiempo en conocer a Dios y entender Su Palabra, reflexiona sobre tus talentos y pasiones, y considera cómo puedes usarlos para servir a otros y glorificar a Dios.

El pecado es cualquier pensamiento, palabra o acción que no cumple con la ley moral de Dios. Es fundamentalmente un acto de rebelión que separa a las personas de Dios (Isaías 59:2).

Todos somos afectados por el pecado, lo que distorsiona nuestra capacidad para vivir como Dios desea. Sin embargo, la buena noticia es que Dios ha provisto un camino de redención y restauración a través de Jesucristo (Romanos 6:23).

En un sentido bíblico, las bendiciones son favores de Dios que enriquecen nuestras vidas sin añadir tristeza (Proverbios 10:22). Las maldiciones, por otro lado, a menudo son consecuencias naturales de las decisiones desobedientes o injustas.

Sin embargo, en Cristo, estamos liberados de la maldición del pecado y la ley (Gálatas 3:13), y podemos vivir bajo la bendición de Su gracia.

Como cristianos, se nos llama a responder a todas las cuestiones con amor, gracia, y verdad. En cuanto a la ideología de género, es crucial comprometerse con una conversación respetuosa y compasiva, buscando entender las experiencias de otros mientras compartimos la visión bíblica de la humanidad creada a imagen de Dios, diseñada con propósito y dignidad inherente (Génesis 1:27).

La ciencia y la fe cristiana no están en conflicto, sino que pueden complementarse para darnos una comprensión más completa del mundo y de Dios.

La ciencia explora cómo funciona el mundo, mientras que la fe se centra en el porqué y el quién detrás de la existencia. Juntas, pueden proporcionar respuestas más profundas y significativas a las grandes preguntas de la vida.

Las iglesias evangélicas y católicas comparten muchas creencias fundamentales, pero difieren en aspectos de teología, tradición y práctica.

Por ejemplo, mientras que la autoridad en la iglesia católica incluye la tradición y el magisterio eclesiástico, las iglesias evangélicas tendemos a enfatizar la sola Scriptura, la autoridad de la Biblia por sobre todas las tradiciones. También diferimos en su entendimiento de la salvación, sacramentos y roles eclesiásticos.

Un devocional es una práctica diaria donde dedicas tiempo a la oración y a la reflexión sobre las Escrituras para crecer en tu relación con Dios.

Comienza eligiendo un pasaje bíblico, léelo cuidadosamente, reflexiona sobre su significado y cómo se aplica a tu vida, ora por entendimiento y por la capacidad de vivir según la Palabra de Dios, y medita a lo largo del día en lo aprendido.

Los períodos difíciles, o «desiertos», en nuestras vidas pueden ser tiempos de prueba y crecimiento espiritual.

Dios los usa para enseñarnos dependencia de Él, para purificarnos, y para profundizar nuestra fe (Santiago 1:2-4). Aunque son desafiantes, estos tiempos nos preparan para futuros ministerios y bendiciones.

Descubrir tu ministerio implica entender cómo Dios te ha equipado y llamado a servir en su reino. Ora por dirección, evalúa tus dones espirituales y pasiones, y busca consejo de líderes cristianos confiables.

A menudo, tu ministerio se encuentra en la intersección de tus talentos y las necesidades de tu comunidad.